Reforma de la propiedad horizontal en Cataluña: ¿Quo vadis?.

No es buen síntoma que una ley nazca con la vocación de ser reformada. Desde luego no lo es porque supone un ataque en toda regla al principio de seguridad jurídica, seguridad que empieza a conquistarse (y seguramente a consolidarse) cuando los destinatarios y aplicadores de la ley depositan sin sobresaltos su confianza en ella. Y ese ataque a la seguridad jurídica sin duda se agrava cuando la ley acoge un código (o parte del mismo), pues un código, por más que pueda variar su innegable valor simbólico según los tiempos, siempre debe encarnar, entre otras, la idea de estabilidad.